Da cuenta un memorioso del 78 que un oficial subalterno estaba
amargado porque le habían aplicado "tres días tres" de arresto (que cumplió
rigurosamente en el vivac) por orden del jefe de otra unidad, un gruñón y temido
coronel.
Pero no solo afligía al joven
oficial su encierro sino que la sanción en cuestión con detalles de su causa
quedarían en su legajo cuya copia manos aviesas podrían hacerle llegar a su también joven y bella esposa: “ingresar y permanecer en un lugar público en presencia
de otros oficiales superiores junto a una mujer no siendo su esposa” (lluvias de chanes y
fanfarrias)
Entre lamentos escuchó el joven
oficial los dichos de un soldado que aumentaron su indignación: “De qué se escandaliza
el coronel si la semana pasada yo fuí al quilombo de la zona y cuando entré él
estaba sentado en un sillón del living y tenía a una puta sentada en su falda”
(lluvia de clarines tocando a Silencio)
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