viernes, 21 de junio de 2019

UNA JORNADA ESPECIAL


EL NUEVO ABRAZO DEL ALMA

Muchas anécdotas dejó el acto que, bajo la denominación “¡Sí, Juro!”, tuvo lugar en Rosario el pasado 20 de junio. Esta, es una de ellas.




Rosario. 25 de junio de 1978. Argentina 3 – Holanda 1. Final del partido y Argentina campeón del mundo. Con la pitada final Ubaldo Filliol y Alberto Tarantini corren a un encuentro que se perpetuará en la memoria nacional. Se arrodillan, se abrazan. No lo advirtieron aún, pero se suma al abrazo Víctor Dell'Aquila, a quien por un accidente le habían amputado ambos brazos. El reportero gráfico Ricardo Alfieri congela esa imagen para la posteridad. Había nacido “El abrazo del alma”.
Rosario. 20 de junio de 2019. En otro escenario, por otras circunstancias y con otros protagonistas, el abrazo del alma reaparece.
Fue en el club Italiano, durante el acto realizado por los soldados de los Operativos Independencia, Soberanía y Malvinas. Casi 400 ex conscriptos, y siempre soldados, respondieron a la convocatoria de renovar su juramento de fidelidad a la enseña nacional.
El orador principal, coronel (r.) Manuel Bianco, había destacado la presencia, en la formación, de un suboficial del ejército que debió dejar sus filas por negarse a cumplir una orden indigna. Dejó la fuerza y su grado, pero nunca de ser soldado. Tras el reconocimiento, fue efusivamente saludado por sus camaradas y, entendemos, quedó allí perpetuado el segundo abrazo del alma como esencia de lo que fue la jornada en su totalidad.
También conformada con gestos como el del soldado Miguel, que desde Santiago del Estero llevó un exquisito pan casero que dispuso sobre una mesa para compartir con todos los presentes sin condicionamientos o el saludo fraternal que se dispensaban unos a otros, aún sin conocerse, pero sabiendo que eran todos parte de la misma historia olvidada.

martes, 18 de junio de 2019

VOLVER AL FUTURO


SOLDADOS DEL EX–G.A.D.A. 121 RETORNARON AL VIEJO CUARTEL

Escenarios de ayer que hoy programan recorrer nuevamente en un mañana cercano. Integraron la Compañía América del desaparecido Grupo de Artillería de Defensa Aérea y en 1978 marcharon hacia el sur.




La convocatoria fue aprovechando el feriado conmemorativo del fallecimiento del General Martín Miguel de Güemes, y la excusa, un arroz con pollo de primer nivel que fue compartido en dependencias del Casino de Suboficiales del que fuera el G.A.D.A. 121, el “cuartel de Guadalupe” como lo identificaban los lugareños en la capital santafesina. Hoy, reducido a un “Destacamento de Vigilancia”.
Y allí se dieron cita 30 integrantes de la Compañía América (Comando y Servicios) dispuestos a compartir anécdotas y rescatar del olvido aquellas vivencias que pareciera quedaron anidando en las viejas instalaciones cuarteleras que también fueron recorridas.
“Aquí estaba el casino de Oficiales…”, dispara uno de los caminantes del tiempo. Y la identificación de cada lugar era seguida de la pregunta “¿Se acuerdan cuando…?” dando lugar a una catarata de vivencias sucedidas en tiempos idos, pero siempre presentes.

                                                Recorrer el cuartel; Repasar el tiempo.

El soldado que, cansado de estar apostado, no opuso mayor resistencia a una –creída- merecida siesta a los rayos del sol y el suboficial a cargo le sustrajo el FAL. “¡¿Cómo que le robaron el fusil?!...” fue el inició -y cuyo demás contenido es fácil de imaginar- de la reprimenda del sargento que lo tuvo buscando el arma, “la novia del soldado”, hasta último momento sin revelarle que había sido él mismo quien se la había quitado y escondido.
“¿Se acuerdan cuando nos estaba bailando el zumbo tal?”, agrega otro. Movimientos vivos inmediatamente después de una ingesta alimenticia tiene en el soldado sus variadas consecuencias, y entre ellas, la que ocurrió. Tras reiterar el grito de “¡¡¡Alrededor mío carrera march!!!” cuando medió un “¡Atención! ¡firrrmes!”, quien narraba la anécdota como principal protagonista tuvo uno de esos percances… un potente gas estomacal salió despedido por su boca e impactó de lleno en el rostro del suboficial a cargo. Y vuelta a empezar el “baile” que, parecía, había terminado. Los insultos de entonces, proferidos por sus compañeros, se transmutaron en risas al rememorarse aquellos hechos.
Cientos de anécdotas, como suele ocurrir en estas circunstancias, continuaron sucediéndose hasta avanzada la tarde, donde no faltó alguna que otra partida de truco y tampoco recordar el inesperado viaje hacia el lejano sur que les tenía preparado el destino.
Paraná, Comodoro Rivadavia, Puerto San Julián, Comandante Piedrabuena. Río Gallegos, estancia Guer Aike y paraje El Zurdo, fueron algunos de los puntos alcanzados por el G.A.D.A. 121 en aquel verano de 1978.
Y entre aquellos recuerdos estuvieron presentes algunos de los momentos más críticos, como aquella noche en que una sección, ya transformada en infantería helitransportada, fusiles en mano, debió desplazarse cuerpo a tierra, en noche cerrada hasta el límite mismo donde comienza la Patria. Máxima tensión, observando en silencio y a corta distancia a la primera línea chilena. Orden de replegarse. Estuvo cerca. Muchos no sabrán, hasta hoy, cuan cerca estuvieron de entrar en acción.
Son esas las experiencias que impactan muy fuerte en el alma. Cada uno la vivió a su modo y la procesó como mejor pudo. Pero hay un punto en común entre estos soldados de la Compañía América con otros tantos que se reúnen en distintos puntos del país: la necesidad de volver a aquel escenario, tal vez como cierre de un ciclo inconcluso.
Es por esto que ya están programando un viaje en conjunto hacia aquellas latitudes y hasta incluso tendrían previsto el alojamiento en un cuartel de la ciudad de Río Gallegos.