viernes, 24 de enero de 2020

YA POCO QUEDA…


LA MAYORÍA DE LOS BUQUES QUE INTEGRARON LA FLOMAR EN 1978 FUERON RALEADOS DEL SERVICIO

Muy pocos buques de la Armada Argentina, que marcharon al combate en diciembre de aquel año en las heladas aguas del canal del Beagle, continúan en servicio. El resto fue desguazado, vendido o hundido como blanco naval en prácticas de tiro.





 (Pintura alegórica, del artista Carlos A. García, sobre el avance de la escuadra argentina por el canal del Beagle en diciembre de 1978 a la caza de la armada chilena)

La recopilación de datos, que luego serían volcados al libro “Hubo penas y olvidos – 1978 - La guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes”, nos permitió concluir que -en líneas generales- el poderío militar argentino era muy superior al chileno. La excepción estaba dada precisamente en la armada. La FloMar estaba bien estructurada y con numerosos navíos de superficie y sumergibles, de ataque, defensa y apoyo, pero, aunque mucho más reducida, la flota chilena era más moderna y tenía un respetable poder de fuego.
Y si bien ellos contaban a su favor un escenario que les era plenamente conocido -con los fiordos costeros que les permitirían realizar maniobras de evasión y ocultamiento- temían la presencia del portaaviones ARA 25 de Mayo V-2.
Al margen de esto, los expertos y analistas sobre el tema son coincidentes en que aquella guerra hubiera sido eminentemente continental y allí, fuerza aérea, artillería e infantería los superaban en número, tecnología y armamentos.
Nos hemos ocupado en este blog de seguir –en la medida de lo posible- la suerte de la maquinaria de guerra desplegada por nuestro país entre octubre de 1978 y junio de 1979 (fecha en la cual se ordenó el repliegue de los últimos elementos apostados en el Teatro de Operaciones Sur – T.O.S.). Descubrimos así que algunos de los tanques Sherman, repotenciados para aquella movilización, fueron vendidos luego como rezago a Steven Spielberg y son los que se pueden ver en la película “Rescatando al soldado Ryan”. También descubrimos que el otrora Tango 01 (luego TC-91), el Boeing que transportó –y trajo de regreso a casa- a miles de soldados, fue desactivado, subastado en 2017 en $ 240.000 como chatarra y comprado por la fabricante para la extracción de repuestos (ver en este blog “TRISTE Y SOLITARIO FINAL - ¿DÓNDE ESTÁ EL TANGO 01 DE 1978?”, de septiembre de 2018).
Casi igual suerte corrieron varios de los elementos de la FloMar.
El portaaviones, otrora orgullo de la armada, fue vendido como chatarra, en u$s 300.000 dólares en febrero de 1999 y el crucero ARA Belgrano C-4, como es sabido, fue hundido en 1982 en un crimen de guerra nunca denunciado oficialmente.
De los 4 submarinos en servicios en 1978, solo continúa activo el Salta S-31. El Santa Fe S-21 fue capturado en 1982 por los ingleses en Malvinas y hundido en 1985, en tanto que el Santiago del Estero S-22 fue dado de baja y desguazado en 1981, siguiendo igual destino el San Luis S-32 en 1997.
La lancha rápida torpedera Towora P-84, fue dada de baja en 1984 y posteriormente donada a la Asociación Fueguina de Actividades Subacuáticas y Náuticas, quedando ubicada en tierra como depósito.
Las dos unidades de desembarco Cándido De Lasala Q-43 y San Antonio Q-42 fueron retiradas del servicio activo en 1981 y 1997 respectivamente. Sobre la primera encontramos datos de que fue desguazada en 1982. También lo en 2014 la lancha patrullera Muratore P-20.
De los 8 destructores que surcaron las aguas del Beagle en aquel verano de 1978, siete fueron dados de baja. Fueron desguazados: Rosales D-22 (en 1981), Almirante Storni D-24 (1981) y Seguí D-25 (1983). Fueron hundidos, al ser utilizados como blancos para prácticas de tiro de artillería naval: Almirante Domecq García D-23 (1982), Bouchard D-26 (retirado en 1985, hundido en 1988), Piedrabuena D-29 (1988) y Comandante Py D-27 (1987, hundido por un torpedo del submarino Santa Cruz S-41).
El destructor Bouchard D-27 había intervenido en el rescate de 400 náufragos del ARA Belgrano y tal vez como solapado reproche por haberse alejado del crucero al momento del fatal ataque, terminó hundido en las aguas del Atlántico sin reconocimiento alguno por el salvataje que llevó a cabo tras regresar a la zona del naufragio.
Los cuatro barreminas, Neuquén M-01; Río Negro M-02; Chubut M-03; y Tierra del Fuego M-04 fueron raleados del servicio en 1997, en tanto que los dos buques cazaminas, Chaco M-05 y Formosa M-06, fueron dados de baja en 2003.
De los siete buques avisos solo hemos podido confirmar que han sido dados de baja cuatro: Yamana A-06 (1985), Comandante Irigoyen A-01 (2009, convertido en museo en San Pedro, provincia de Buenos Aires), Comandante Somellera A-10 (hundido en 2017) y Alférez Sobral A-09 (2018). Hay datos contradictorios respecto del Thomson A-04 que alguna fuente lo indica como desactivado en 1979 en tanto que no pudimos obtener información sobre la suerte corrida por el Diaguita A-05.
Sobre el Yamana A-06, existen versiones que indican que en 1994 fue dispuesto como blanco de tiro naval siendo impactado por un misil Exocet AM39 que no logró enviarlo a pique, tarea que fue culminada por un submarino con el disparo de un torpedo SST-4. Por su parte el Comandante Somellera A-10 había sufrido un accidente en 1998 que lo hundió en puerto parcialmente. Reflotado, se intentó repararlo, pero finalmente quedó abandonado hasta que en el año 2017 fue llevado mar adentro y hundido por el disparo de un misil Exocet.
De los tres navíos de transporte, el buque cisterna Punta Médanos B-18 fue dado de baja en 1984.
De acuerdo a los datos obtenidos, de las embarcaciones que operaron en 1978 siguen activas las lanchas rápidas cañoneras Intrépida P-85 e Indómita P-86; la lancha rápida torpedera Alakush P-82; la lancha patrullera King P-21; las lanchas patrulleras rápidas Baradero P-61, Barranqueras P-62, Clorinda P-63 y Concepción del Uruguay P-64; las corbetas Drummond P-1 (hoy, P-31) y Guerrico P-2 (hoy, P-32); el aviso Gurruchaga A-03; y los transportes Canal Beagle B-3 y Bahía San Blas B-4.
Respecto de destructor Hércules D-28, (hoy, B-52) se ha experimentado una de esas ironías que tiene siempre reservada el destino. En 1978 la flota argentina que el 21 de diciembre se internó en aguas fueguinas para tratar de interceptar y neutralizar a la chilena el día D, y uno de esos grupos de tarea naval fue integrado por el destructor. En la década del 90, dada su antigüedad, fue reconfigurado y para tal fin fue enviado –nada más y nada menos- a los astilleros de la armada chilena donde se lo adaptó como transporte rápido de tropas.
Como reza una de las estrofas del tango Tiempos Viejos (de Canaro y Romero), conforme pasa el tiempo, Yo y vos solos quedamos, hermano / Yo y vos solos, para recordar...”

jueves, 2 de enero de 2020

VALOR HISTÓRICO


EL ÚNICO TESTIMONIO SOBRE EL ROL DE COMBATE ELABORADO POR LAS UNIDADES MILITARES EN 1978

La hija de un soldado de Infantería de Marina nos hizo llegar una copia del original que conserva en su poder.




                            Anverso del Rol de Combate mecanografiado por los furrieles.


                                      Reverso del Rol de Combate fechado el 04-12-78


Gracias a Celeste Jorro, hija del s/c58 José María Jorro, quien en 1978 fue reincorporado a la Infantería de Marina para participar de las acciones desplegadas en defensa de la soberanía nacional, pudimos acceder a lo que sería –por el momento- el único documento original correspondiente a una parte del rol del combate elaborado para la Compañía Vigilancia y Seguridad de la Base Aeronaval Punta Indio.
Dicho documento, mecanografiado seguramente en una Olivetti o Remington como las que eran habituales en las oficinas de los furrieles, corresponde solo a la Segunda Sección, que estuvo integrada por un jefe, 8 mensajeros (estafetas), 3 grupos –con sus respectivos jefes- integrados por 3 pelotones cada uno, 2 grupos de ametralladoras y 1 lanzacohetes.
Fue fechado, precisamente, en Punta Indio el 4 de diciembre de 1978 y de acuerdo a su integración (23 soldados clase 1958 y 27 de la clase 1959), nos permite suponer que la compañía fue integrada con conscriptos que cumpliendo el servicio militar obligatorio habían sido originalmente dejados en la base como reserva, a los que se sumaron los reincorporados de la camada anterior. Así, la compañía fue alistada para un eventual desplazamiento un par de semanas antes del día D.
No tenemos información sobre si la Compañía llegó a abandonar su asiento de paz y en su caso el destino o punto alcanzado (debemos tener en cuenta que algunas pocas unidades y subunidades solo llegaron a alistarse y otras abortaron la misión a mitad de camino).
En el libro “Hubo penas y Olvidos” definíamos al denominado rol de combate como Un interminable papelerío donde a cada compañía, a cada sección, a cada pelotón y a cada hombre se le establece una tarea en situación de guerra y donde todo debe funcionar a la perfección. Las órdenes recibidas en tal sentido se plasmaron en planillas y hasta en un gráfico sobre una cartulina, que indicaba cómo se conformaría la columna de desplazamiento hacia el frente de batalla (…)”.