martes, 8 de septiembre de 2020

 A VER SI SE ENTIENDE…

Las razones del porqué se ofrece la historia argentina a retazos

 

Un tuit conmemorativo y su inmediato borrado revelan algo más que un mero acto espasmódico político-institucional. Y al historial de hechos de nuestro país le faltan varios pedazos cuya ausencia encuentran su acabada explicación en lo que ocurrió recientemente.

 


 Los Agustines. Jefe del Ejército Argentino, General de División

 Agustín Cejas y Ministro de Defensa, Agustín Rossi.




En su red oficial de twitter el Ejército Argentino rindió homenaje al subteniente Rodolfo Berdina y al soldado Ismael Maldonado, caídos en combate en el monte tucumano en 1975 durante el “Operativo Independencia”.

Cayeron bajo las balas de milicianos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) durante una emboscada.

Hoy día dos localidades de Tucumán los homenajean con sus nombres: Teniente Berdina, fundado en 1977 y Soldado Maldonado, ubicados a 37 Km y a 67 Km –respectivamente- de la capital.  

La evocación, y surgida desde la propia institución castrense, generó malestar en organismos de derechos humanos y la inmediata reacción del Ministerio de Defensa, lo cual concluyó con el inmediato borrado del tuit por orden del jefe del Ejército, General de Brigada Agustín Cejas. El mismo que había dispuesto su difusión.

Los fundamentos: que Berdina y Maldonado formaron parte del aparato represor de la dictadura militar que imperó en nuestro país entre 1976 y 1983.

Pero ocurre que ambos murieron en plena democracia y antes de aquel periodo. Y además, estaban cumpliendo las órdenes de “aniquilamiento” que había impartido el gobierno peronista de turno.

Por otra parte, Berdina contaba con 22 años, recién egresado del Colegio Militar y fue ese su primer y fatal destino. Maldonado, tenía 21 años y era un soldado convocado para cumplir con el servicio militar obligatorio. Ninguno de los dos participó en ningún acto preventivo ni represivo del llamado “Proceso de Reorganización Nacional”.

Pero la excusa esgrimida para limpiarlos de la historia tiene los mismos fundamentos de la condena al olvido de todos los soldados que se vieron involucrados en el “Operativo Independencia” (1975) y en el “Operativo Soberanía” (1978).

“Mientras nosotros seamos gobierno ustedes no van a cobrar un centavo” les espetó en la cara en plaza de Mayo de la capital santafesina y antes del inicio de un plenario justicialista en el cine Garay, a los manifestantes que reclamaban ser reconocidos como ex combatientes por haber sido movilizados en 1978 para la guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes.

Pese a ello (los fundamentos siempre repetidos y la advertencia del dirigente) fue ese mismo partido el que impulsó una docena de proyectos de ley para reconocerlos. Claro, fue un falso estímulo porque ninguna de esas iniciativas salió de la primera comisión parlamentaria con la cual debía iniciar el proceso de debate para obtener un dictamen favorable que permitiera su presentación y tratamiento en la Cámara de Diputados de la Nación.

Esos 12 proyectos, sucedidos en distintos momentos tuvieron algo en común: fueron promovidos en vísperas de elecciones, presidenciales o parlamentarias. Con lo cual se advierte una excelente estrategia política, pero no por ello deja de ser una perversa acción que solo estuvo orientada a captar votos.

El año 2021 traerá nuevamente una agenda electoral ríspida, y por si no se suspenden las elecciones bajo el pretexto del siempre vigente –para entonces- virus gestado en China, ya comenzaron los primeros movimientos para atraer la atención de los sobrevivientes de aquellas 250.000 almas movilizadas en 1978. Cifra más que atractiva, aún en su mínima expresión, para todo candidato a lo que fuere.

Por eso, hay que estar atentos y no dejarse tentar una vez más por las falsas promesas. Está claro, los soldados que participaron en el “Operativo Soberanía” formaron parte del aparato represor de la dictadura y mientras esa idea siga siendo gobierno, como ya lo anunciaron, nunca serán reconocidos y continuarán bajo la terrosa alfombra del olvido.

 

viernes, 31 de julio de 2020

DEL 7 X 1 AL 80 %


Solo una parte de la acción: penetrar la primera línea enemiga

La táctica y la estrategia estaban definidas. El día D, precisado. Pero de la mesa de arena al terreno, había una gran diferencia.





Conforme vamos obteniendo datos, a través de documentación o por testimonios de los propios protagonistas (en muchos casos, fuentes calificadas por su posición y rol) lo vamos ingresando a la historia de fondo. Para completarla, y para mantenerla –pese a todo- viva.
En el libro “Hubo penas y olvidos…” contábamos que El 9 de diciembre se le comisionó al grupo comando que integraba hacer un reconocimiento sobre la zona fronteriza y las estancias donde operaban algunas compañías del batallón trabajando a destajo. Salimos antes del amanecer en una Chevrolet doble cabina, nueva, propiedad de la Dirección de Vialidad de la provincia de Santa Fe. El sargento González tenía a cargo la conducción del vehículo y el grupo lo completábamos el teniente primero García, el sargento ayudante Giménez y el dragoneante Sánchez” Es este el comienzo de los hechos a los que nos queremos referir.



El objetivo de aquella presencia fue, ni más ni menos, que realizar un reconocimiento del terreno por el cual al Batallón de Ingenieros en Construcciones 121 (Santo Tomé, provincia de Santa Fe) se le había asignado la misión de abrir las brechas por donde habrían de pasar las brigadas integradas al V Cuerpo de ejército al mando del general José Antonio Vaquero.
En particular se había ordenado tal acción a las compañías Comando (Teniente Primero Ricardo García) y “A” (Teniente Primero Vicente Belsito) y no hubiera resultado nada sencillo.
Tras la alambrada divisoria de la frontera los ingenieros militares chilenos habían colocado, desde hacía meses, una gran cantidad de minas antipersonales y antiblindados. Detrás, y en algunos puntos, los puestos ordinarios de Carabineros que actuaban más como observadores y alerta temprana. Luego seguía una línea defensiva conformada también por Carabineros, cadetes de las escuelas de suboficiales y oficiales, los Alférez (subtenientes) recién graduados y soldados, también, recientemente incorporados., muchos de los cuales recibieron una rápida y básica instrucción militar en el lugar.
Detrás, una segunda línea, pero ya mejor estructurada. Estaban diseminados los efectivos del Regimiento N° 10 “Pudeto” con sus compañías de infantes, morteros y artillería de campaña. Más al sur, ya sobre la Tierra del Fuego chilena, se había ubicado al Regimiento N° 11 “Caupolicán”, reforzado con compañías del Regimiento N° 1 “Buin” traídas desde Santiago.
Completaban el cuadro las secciones de motos cazatanques (con un conductor y un artillero en cada vehículo aportados por los propios integrantes o requisadas a los civiles) y las montoneras de los Huasos de Buera (baquianos que, a caballo iban pertrechados con sus propias armas domésticas, pero actuaban bajo las ordenes de un suboficial del ejército por grupo). Tanto los motociclistas como los jinetes habían recibido una previa y ligera instrucción militar. Los primeros tenían por misión interceptar blindados argentinos y hacer la mejor puntería posible –mejor si lo era en las orugas- para no desperdiciar el único disparo de sus lanzacohetes, en tanto los otros, cual los gauchos de Güemes, debían -como guerra de guerrilla- atacar y replegarse.
Penetrar esas posiciones, si bien resultaba posible, no hubiese sido tarea sencilla, al punto tal que en aquella primera acción de abrir las brechas (tarea a cargo de los ingenieros militares argentinos) para dar paso a la avanzada, se estimaba que las tropas empeñadas en tal objetivo sufrirían el 80% de bajas.




En la zona de El Zurdo (en la provincia de Santa Cruz y en el último recodo del mapa), detrás del puesto de Gendarmería Nacional, se encontraba uno de los pasos seleccionados para el día D. Y aquel 9 de diciembre del ´78 allí se dirigió el grupo comando del Batallón de Ingenieros 121, que tuve el honor de integrar, al mando del teniente primero Ricardo García para relevar el terreno y tomar contacto con el comandante de la posición de la policía fronteriza a fin de obtener la mayor información posible. Al fin y al cabo, nuestros gendarmes en la frontera hacían lo mismo que los carabineros al otro lado de la histórica alambrada divisoria. Observarse. Tomar nota de cada movimiento, de cada presencia no habitual.
Para que la infantería y blindados argentinos pudieran trasponer ese sector se requería entonces, lo que se dice, abrir las brechas necesarias. Tarea que compete a los ingenieros. Y para ello es necesario conocer el terreno y quiénes están del otro lado (tipo de efectivos, poder de fuego, disposición defensiva, etc.). Los datos obtenidos servirán para definir la acción a emprender, cómo está preparado el adversario y prever, a su vez, qué movimientos espera el enemigo que la propia tropa realice.
Y aquí aparece un dato no menor que guarda relación con esto. Tanto las motos cazatanques, las montoneras y la primera línea chilena habían sido dispuestas para obligar a la avanzada argentina a dirigirse hacia determinados corredores donde serían aguardados no solo por más campos minados sino por terrenos horadados y bloqueados por los ingenieros militares chilenos para “clavar” en el terreno a los vehículos argentinos y hacerlos presa fácil de su artillería de campaña. Es por todo esto que el General Menéndez era uno de los que sostenía que el primer ataque argentino en la zona podría ser rechazado por las fuerzas chilenas las cuales lanzarían una contraofensiva –decía- que podría haber llegado hasta las puertas de Río Gallegos pero que por peso propio se produciría la devolución con un lento repliegue de los invasores hasta diezmarlos en su propio territorio. Es tal vez por esto que un sector del generalato argentino estimaba que sería una guerra larga y sangrienta.
Y efectivamente los planes elaborados en Santiago también preveían, al menos, parte de esta consideración. En sus planes estaba capturar Río Gallegos en una dirección de ataque y en otra, Bahía Blanca, para luego intentar una acción de pinza para terminar ocupando toda la Patagonia.
En consecuencia, si había ataque se sabía de antemano que Chile no solo se defendería, sino que contraatacaría, y por esto la acción de la avanzada argentina no tenía márgenes para errores.
Es por esto también que a quienes se asignaron las tareas de abrir aquellos pasos o brechas sabían también que, conforme a los manuales militares, -como explica el teniente Juan Fernando Etcheverry en “Técnicas y tácticas para la apertura de brechas”- había que conocer la “existencia de obstáculos alámbricos; Claros y rodeos; Composición del campo minado (profundidad, tipo de minas y forma de instalación, minas activadas, etc); y Ubicación de la defensa directa”.
Y en aquel sector sureño, tal misión había sido encomendada a las compañías Comando y “A”, cuyos jefes era los tenientes primeros Ricardo García y Vicente Belsito, respectivamente, quienes tras la información colectada por el grupo comando del batallón más –seguramente- el relevamiento aportado por inteligencia del V Cuerpo de Ejército, habían previsto precisamente que la misión podía concretarse, pero a un alto costo de vidas.




Dieciocho días después de nuestra presencia en El Zurdo, es decir el mismo 22 de diciembre (día D), el general José Antonio Vaquero, en calidad de comandante del Teatro de Operaciones Sur (T.O.S.) nos dirigió una fuerte arenga donde nos reclamaba matar a 7 soldados chilenos antes de caer en combate. Un 7 x 1 que, según sus cálculos, haría imponer el peso numérico de las tropas argentinas por sobre las trasandinas.
Solo conociendo estos detalles, muchísimos años después pude comprender el porqué, días posteriores a aquel reconocimiento de terreno y minutos después de la arenga, había escuchado a un subteniente decir “mi teniente primero, nos mandan al matadero”.
Pero era un estado de guerra y las ordenes debían ser cumplidas. La máxima cuartelera de “el soldado no piensa, ejecuta” se derrama sobre todas las jerarquías cuando se está en el frente de batalla, y estuvo muy cerca de ser una terrible realidad elevada a su máxima expresión.

Mantener la historia viva, solo en Chile


El 3 de diciembre de 2018, ex soldados que integran la Agrupación Valientes de la Pampa, fueron recibidos en el Regimiento N° 10 “Pudeto”, que fuera su cuartel durante 1978. En la oportunidad los recibió el jefe de la unidad teniente coronel Alejandro Moreno Araya, quien les dio la bienvenida reconociéndolos como héroes de la patria. Como se conmemoraban 108 años de la creación de la unidad, se realizó en la misma un acto importante, oportunidad en la que se les permitió desfilar junto a las tropas regulares.
El 18 de diciembre del año pasado, ex soldados del Regimiento N° 1 “Buin” regresaron a la ciudad de Punta Arenas tras 41 años, para recorrer los lugares hacia donde fueron movilizados en 1978.
Estos otrora jóvenes hicieron el servicio militar obligatorio en aquella unidad ubicada en Santiago y durante la guerra por el canal del Beagle fueron movilizados para sumarse al Regimiento N° 10 “Caupolicán”, distribuyéndose en las zonas de Río Grande, Manantiales y Pampa Guanaco. Tenían por misión detener el avance de las tropas de Infantería de Marina que comenzarían a desplazarse desde la Tierra de Fuego argentina.
El 16 de enero de este año 80 ex soldados oriundos, de la localidad de Linares, también retornaron a su viejo cuartel en Punta Arenas para desde allí poder visitar los viejos emplazamientos de las trincheras. También fueron recibidos, con todos los honores, por el jefe de la unidad, pero además por el alcalde de la ciudad anfitriona.
Hay que destacar que el viaje fue posible gracias al aporte económico del alcalde y concejo municipal de Linares.
Pero el acto más emotivo fue, quizás, el llevado a cabo por un grupo de ex soldados que integraron la 2da. Compañía de Fusileros del “10”, que se reunieron en la zona de trincheras de Ci Aike (comuna de San Gregorio) para dar cumplimiento al pedido póstumo que les realizara su entonces jefe, el capitán Rafael Cruz. Fue por esto que, en una pequeña formación, los 16 ex soldados tras entonar el himno de Chile esparcieron al viento las cenizas de su jefe.








viernes, 21 de febrero de 2020

OTRO HITO OLVIDADO


PROPONEN HOMENAJE PARA LAS DAMAS CENTINELAS DEL BEAGLE


Forman parte de una historia dentro de otra mayor, y siendo ésta borrada del reconocimiento formal, aquella, siguió igual suerte, aunque con ciertos matices diferentes.






Noviembre de 2014. Inauguración de la "Plazoleta Damas Centinelas" en Ushuaia

Si la guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes continúa negada, rechazada y olvidada por la historia argentina, no es posible esperar diferente final para –como lo que venimos sosteniendo- las que son unas de las miles de historias que se entretejieron en el Teatro de Operaciones Sur (T.O.S.), el Teatro de Operaciones Nor Oeste (T.O.N.O.), la zona de Seguridad Estratégica del Noroeste (S.E.N.E.), y el Área Naval Estratégica Austral (A.N.E.A.), creados por el Decreto Secreto N° 3.044 del 20 de diciembre de 1978, recién desclasificado en 2018.
Pese a ello, y así como los protagonistas de aquella movilización militar se esfuerzan por mantener vivo el reclamo de reconocimiento a través de distintas asociaciones o acciones individuales, de tanto en tanto surgen algunos coletazos de reivindicación. Aislados, pero no por ello, menos importantes.
Y en este contexto, desde el próximo 29 de noviembre y hasta el 22 de diciembre de 2020 se realizaría en Ushuaia la “Muestra-Exposición Damas Centinelas Navales – Gesta del Beagle – 1978”, que tiene como objetivo esencial la “Instauración de un espacio cultural – Damas Centinelas Navales, visibilizando el rol de la mujer trabajadora civil, como patrimonio inmaterial de la ciudad”.
Durante la convocatoria se expondrán testimonios orales, se recopilará documentación, fotografías de la época y objetos utilizados en la ocasión, todo destinado a la edición de un libro.
Pero aun así, el común denominador de los argentinos –lamentablemente- desconoce de qué se trata, o cuales son los hechos que la inspiran.
Y esta historia comienza, precisamente en la capital fueguina en el verano de 1978, cuando a la ciudadana Lucinda Otero se le encomienda realizar un padrón con las mujeres que aún, ante la inminencia de la guerra, permanecían en la isla. Eran tiempos en los que desde la Patagonia la migración de civiles hacia el norte era incesante y aumentaba conforme avanzaba el almanaque hacia el 22 de diciembre. No en vano un periodista de La Nación había descripto en una de sus crónicas (y publicada el 21 de ese mes) que Ushuaia, por esos días, era una ciudad sin niños ni mujeres. Pero esto no era tan así. Muchas mujeres (civiles) se quedaron. Y no solo permanecieron en la zona roja, sino que su sumaron a la defensa de la Patria.
Se dice que el padrón logrado por Otero llegó a incluir a 120 mujeres, aunque también se estima que pudieron ser cerca de 300 y fueron afectadas al Servicio de Defensa Civil Territorial.
 Recién el 22 de diciembre de 2008, y como lo destacamos en el libro “Hubo penas y olvidos…”, en el Concejo Municipal de la capital fueguina los ediles les rindieron homenaje por “la labor y el patriotismo a las mujeres que, en aquella gesta del año 1978, abnegadamente integraron el ex Casino de Civiles de la Base Naval Ushuaia, vulnerables pero firmes, en el vértice del pico máximo del conflicto, que ya instruidas y adiestradas en el terreno, como verdaderas veteranas de guerra, experimentaron avezadas, expectantes, la más extensa, intensa y estricta posición”.
Todas fueron destinadas a cumplir tareas en enfermería, cocina, comunicaciones y administración en la base naval. Algunas recibieron, incluso, una breve pero intensa instrucción militar básica.
En el año 2009 el gobierno de Tierra del Fuego realizó un acto de reconocimiento en uno de los salones del hotel Las Hayas y en 2010 la Municipalidad de Ushuaia, volvió a homenajearlas en un acto que fue organizado por su Oficina de Patrimonio Histórico y Cultural. El titular de dicha oficina, Marcelo Murphy, sostuvo entonces que había unas 300 mujeres y para entonces solo habían localizado a 120.
El intendente Federico Sciurano destacó en la oportunidad que “nuestra ciudad necesita hablar de nobleza, nuestra sociedad necesita hablar de honor, del valor que tiene la palabra y las Damas Centinelas son un ejemplo de ello”.




Vista de la plazoleta emplazada en la intersección de las calles  
Maipú, Yaganes y Prefectura Naval Argentina

En el mes de julio de ese año, la diputada nacional Rosana Bertone (Frente para la Victoria) presenta en la cámara baja un proyecto de resolución para que el cuerpo parlamentario declare de interés la labor desplegada por las Damas Centinelas. Lo último que supimos es que dicha iniciativa había sido girada a la comisión de Defensa Nacional y allí le perdimos el rastro por lo que, estimamos, pudo haber caído en el olvido sin tratamiento en el recinto.
El 21 de noviembre de 2014 tiene lugar la inauguración de la “Plazoleta Damas Centinelas Gesta 1978” en la intersección de las calles Maipú, Yaganes y Prefectura Naval Argentina de la ciudad de Ushuaia.
Entre las mujeres que hicieron su importante aporte en aquel 1978 se destacan las que revestían como personal civil en la Base Naval:

Edelmira TOLEDO SACHI
Administrativa
Marta Hortencia SOLIS
Administrativa
Adriana María MONTES DE OCA
Administrativa
Teresa del Valle REYNOSO
Administrativa
Alicia Beatriz MOLINA
Administrativa
María Victoria PEREZ RODRIGUEZ
Administrativa
Esther VARELA
Administrativa
Irma Ofelia GARCIA
Administrativa
María Cristina CISNEROS
Administrativa
Leticia Inés ROJAS
Administrativa
Mónica del Carmen OYARZUN
Administrativa
María Florinda GARCIA
Administrativa
Ángela Noemí DE LA SERNA
Administrativa
Edith Silvia TORRES
Administrativa
María Esther BARCELO
Administrativa
Mary Stella AGÜERO
Administrativa
Marta Noemí MUTTO
Administrativa
Mabel Noemí FULLANA
Administrativa
Silvia Nora PAREDES
Telefonista
Teresa del Carmen OJEDA
Telefonista
Nora del Valle ANDRADA
Ecónoma
María América LEDESMA
Maestranza
Juana SALCEDO
Enfermería
María Aurora MUÑOZ
Operativa

Sobre ellas, el citado proyecto de la diputada Bertone destacó que “Conformaron un ´Cuadro Empírico de Brigada Para Defensa y Socorro´, identificado bajo el pseudónimo de guerra, "DAMAS CENTINELAS ARGENTINAS", el mismo nombre de la actividad paralela, que las nucleaba por radio domiciliario y las convocaba, al servicio de Defensa Civil Territorial, actuando desde lo estratégico, lo fáctico y lo táctico, durante los múltiples operativos, practicados en la ciudad de Ushuaia militarizada, que registró el mayor porcentaje de éxodo de la República Argentina, por emigración de población civil hacia el continente, durante la fecha más candente del Diferendo”.
“Recibieron instrucción civil y militar, ejerciendo la actividad de Centinelas inermes, durante toda la vigencia del difrendo, en las coordenadas geográficas ´54º49'Lt.S.- 68º13'Lg.O.´ de la Isla Grande de Tierra del Fuego, geografía insular, compartida por ambos países; operando desde su residencia habitual, situada en zona inhóspita con riguroso clima hostil, frente a la frontera internacional marítima, en contacto con el país limítrofe”.
“Aquel inolvidable "DIA VIERNES 22 DE DICIEMBRE DE 1978", se presentó el esperado ´Día D - Hora H´, cuando las Habitantes del ex Casino de Civiles, vulnerables pero firmes, en el vórtice del pico máximo del conflicto, ya instruidas y adiestradas en terreno, expectantes totales por la proximidad de alerta roja, para actuar ante el inminente inicio del fuego en combate, que por intervención de la Santa Sede, el mismo día se desvaneció, en el umbral de la fase anfibia, de la "Operación Soberanía", que ocuparía las islas en cuestión”.
“Por tal motivo esa fecha histórica, la de mayor riesgo de vida, ratificada de hecho, desde hace treinta años, fue, es, y continuará siendo rememorada, como el ´DIA DE LAS DAMAS CENTINELAS ARGENTINAS - GESTA 1978´ por acreditar en su haber, el acervo cultural del patrimonio intangible de una Epopeya, por la magnitud del protagonismo de esa Gesta y por el desafío que el destino les deparó, cuya conmemoración, tremolando su estandarte, se hará presente todos los años, aunque sólo quede viva una de ellas; instando además permanentemente a sus hijos, y demás descendientes, que hoy celebran el milagro de estar con vida, a mantener activamente incandescente, la memoria, indeleble y titilante de los vívidos recuerdos de los hechos, que formaron parte de sus existencias, para la preservación y transmisión intacta, de tan valioso legado cultural imponderable, en el transcurso del tiempo”.