sábado, 22 de diciembre de 2018

IMPOSIBLE PREDECIR, PERO POSIBLE EVALUAR


CHILE PREVEIA UN ENFRENTAMIENTO DE DESGASTE DEFENDIENDOSE EN UNA GUERRA DE GUERRILLA

                   El general José Antonio Vaquero, comandante del Teatro de Operaciones Sur en 1978, frente a una mesa de arena


Tal como lo sostenemos en el libro “Hubo penas y Olvidos…” es imposible precisar el resultado de algo que nunca ocurrió ni los hechos podrán repetirse tal como se dieron en un momento histórico determinado. Pero –y tal como lo hicimos en el libro- sí se puede especular un poco y refutar algunas afirmaciones del teniente general Martín Balza formuladas hace algunos años ante la prensa chilena y –a posteriori- también en la argentina.
Dijo Balza a diario La Tercera (Chile) en 2003:
-¿Realmente cree que Chile habría ganado la guerra con Argentina en 1978?
-Estoy convencido, por razones que he expuesto en mis libros "Dejo constancia" (2001) y "Malvinas, gesta e incompetencia" (2003). Ahí expreso cuál era la situación de las Fuerzas Armadas, fundamentalmente del Ejército, en 1982.
-¿Y por qué cree que Chile hubiese ganado?
-El Ejército después de 1955 tuvo como enemigo interno al Partido Justicialista (peronista) y luego a todo lo relacionado con quien adhería a una doctrina comunista. Se consideraba enemigo a todo aquel que disentía fundamentalmente de los gobiernos militares o dictatoriales que se sucedieron entre 1955 (cuando derrocaron a Juan Domingo Perón) y 1976 (cuando dieron el golpe de Estado contra María Estela "Isabelita" Martínez, viuda de Perón).

Dijo Balza a diario La Nación en 2003:
Si se hubiera producido la guerra con Chile de diciembre de 1978 de la que estuvimos tan cerca ¿Quién piensa que habría ganado esa guerra?
Chile. El ejército argentino no estaba preparado para ese conflicto, porque desde 1955 en adelante se preparó para combatir con un enemigo interno.

Afirmó así el ex jefe militar ante los periodistas a uno y otro lado de la cordillera que nuestro país hubiese perdido la guerra por los siguientes motivos: 1) Las fuerzas armadas nacionales estaban enfocadas desde hacía años a enfrentar a los grupos terroristas; 2) No había equipamiento para una guerra convencional; 3) El terreno favorecía a los chilenos que podrían emboscar a los blindados e infantería en los desfiladeros que conforman los pasos cordilleranos.
Y sobre esto formulamos, desde entonces, algunas aclaraciones.
01.- Si bien las fuerzas armadas argentinas centraron su accionar en reprimir a las organizaciones guerrilleras que operaban en el país, nunca abandonó lo que se llama Hipótesis de Conflicto (HC).  Y en ese marco Argentina tenía, a 1978, tres H.C.: Brasil, Chile y Gran Bretaña.
02.- En este marco de H.C. el gasto militar argentino en 1978 fue de 2.300 millones de dólares, contra los 700 millones destinados para las fuerzas armadas chilenas.
03.- Argentina producía aviones (Pucará), ensamblaba camiones Mercedes Benz (muchas unidades habían sido compradas por el ejército chileno), fabricaba fusiles, pistolas, pólvora, municiones y explosivos (Chile tenía totalmente paralizada su industria militar)
04.- En el marco de la guerra fría, desde 1952 por la firma del Pacto de Ayuda Militar (P.A.M.) EEUU le había asignado a Chile la misión de fuerza de enlace en su lucha Este-Oeste, capitalismo vs. comunismo. Es decir, solo podía incorporar aviones o buques de transporte de carga y tropa. Recién en 1966 se le autorizó a adquirir y en forma muy limitada algunos aviones de combate y barcos de guerra. Firmado el P.A.M. en el 52 al año siguiente (en forma triangulada) compran algunos aviones a Gran Bretaña y recién vuelven a hacerlo en el 66. Para el 78 su fuerza aérea estaba en estado crítico. No tenían radares y el 80% de sus aviones estaban inoperantes. Se sumó a esto la restricción armamentista impulsada por el senador Edwar Kennedy en 1976 y sostenida por el presidente Jimmy Carter en 1977. Por este motivo cuando en 1978 Chile envió a reparar a Londres los motores de sus aviones Hunter quedaron allí retenidos y las aeronaves desactivadas en su país.
05.- Argentina podía comprar armas y equipos en el mercado armamentístico internacional. Chile no (tenía que triangular las operaciones, pagando más, sin garantía, sin instructores, sin repuestos y aequiriendo lo que pudieran conseguir)
06.- En 1978 Argentina compró las lanchas patrulleras Baradero P-61, Barranqueras P-62, Clorinda P-63 y C. del Uruguay P-64, equipadas con 2 lanzacohetes múltiples, 4 ametralladoras MGS 12,7 mm y 2 Oerlikon de 20 mm. Fueron destinadas al Area Naval Austral. Se incorporan las corbetas Drummond y Guerrico equipadas con 2 lanzatorpedos antisubmarinos triples Whitehead AS-244, 1 cañón de tiro rápido Creusot Lore, 2 ametralladoras Oerlikon de 20 mm y 2 MGS 12,7 mm, además de un Breda Bofors 40mm.
En 1974 se habían sumado, a los 2 ya existentes, los submarinos S-31 Salta y el S-32 San Luis dotados con torpedos MK-37 y SST-4. Todo muy superior al único submarino que tenía en servicio Chile.
La Fuerza Aérea había incorporado 7 aviones Mirage Dagger y 20 misiles Shafrir II MK IV (que se sumaron a otros 20 en stock) y había incorporado también 8 helicópteros Bell 212 IFR y para apoyar a la Infantería de Marina se compraron 4 Alouette SA 31B equipados con torpedos Moneywell MK 44 y Whiteheads A244S. Esta dotación se sumó a los 10 ya existentes comprados en 1970 y 1971.
Se repotenciaron los motores, y colocaron cañones de 105 mm, a 120 tanques Sherman y se incorporaron 100 tanques SK 105 A1 Krussier, austríacos (que honor a la verdad debemos decir que a diciembre de 1978 no estaban ensamblados y listos para operar)
 07.- Del 74 al 76 Chile triangulo la compra de equipamiento, en forma limitada, por la H.C.Vecinal (Perú/Bolivia) por lo que fortificó en forma restringida solo su frontera Norte. Aquella HC Vecinal les había hechos abandonar la llamada HC3 (Hipótesis de Conflicto conjunto con Perú, Bolivia y Argentina). Es decir, habían descuidado totalmente el centro y sur de su país.
Como se puede advertir, la compra de algunos tipos de vehículos de combate (terrestres, aéreos y navales) realizada desde 1970 a 1978 no estuvo orientada a luchas internas (guerrilla) sino a una guerra convencional.
En muchas unidades la tropa vivió en 1978 dos periodos de instrucción a diferencia de sus precedentes. Al comienzo, la clásica instrucción que se podría decir, sí orientada a combatir la guerra de guerrillas, en tanto que concluido el mundial el entrenamiento se orientó a la guerra convencional.
Pero además los propios mandos chilenos dudaban de la posibilidad de una victoria y por eso manejaban un plan B y hasta un plan C. El primero de ellos era que, vencida la resistencia las tropas chilenas debían diseminarse en su territorio y pasar a desplegar una guerra de guerrilla y para ello se habían dispuestos escondites de armas, municiones y medicamentos (pero Argentina estaba preparada también para enfrentar este tipo de situaciones). La otra opción era la regionalización del conflicto con la HCV3
 El General Fernando Matthei Aubel, comandante de la fuerza aérea chilena en 1978 sostuvo en un reportaje en su país que: “La situación de Chile era de una desventaja enorme. A esto se agrega el hecho de que Argentina tiene una gran profundidad (...). Nosotros somos un país estrecho y en ninguna parte de la frontera está a más de unos pocos minutos de vuelo de un avión moderno de combate. Es decir, no teníamos posibilidad de detectar un ataque aéreo a tiempo y de enfrentarlo. Una vez que cruzaban la cordillera, estaban encima de nosotros (...). Además, Argentina tenía la iniciativa (...) y en aviación, ese golpe de sorpresa puede ser fatal”
En otro reportaje, al ser consultado si la fuerza aérea a su mando estaba preparada para enfrentar a las fuerzas armadas argentinas, Matthei Aubel afirmó “no, no lo estaba, pese a los preparativos realizados en 1974 para amortiguar la amenaza peruana y al hecho de haber recibido ya los F-5. Conversamos en su momento sobre la falta de radares, de cañones, de misiles antiaéreos, pero aparte de eso, en 1978 los Hunter estaban embromados a causa del embargo inglés: de los treinta que teníamos en inventario, en vuelo quedaban tal vez una docena. Por otra parte, lo poco y nada que teníamos estaba concentrado en el norte. […] La situación en la base de Punta Arenas era una verdadera pesadilla, más cuando lo que no se había hecho planificadamente sólo se podía improvisar en ese momento”

Por su parte, el vicealmirante Hernán Rivera, jefe del estado mayor de la escuadra naval chilena en 1978 sostuvo: “de no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan ‘Soberanía’, esto no se habría podido parar (…), el ‘Prat' habría sufrido daños importantes como consecuencia del ataque de los aviones del ‘25 de Mayo’. Por eso nos colocamos en una disposición de combate en la que primero estaban los buques misileros, que en el fondo eran los que iban a decidir esta cuestión en el combate de superficie”.
Si bien como lo sostuvimos al comienzo es imposible precisar un resultado sí queda una reflexión que resulta irrefutable. Las afirmaciones de Balza no son sostenibles desde ningún punto de vista. Las fuerzas armadas argentinas se habían equipado para una guerra convencional y los altos mandos chilenos preveían más llevar a la práctica planes alternativos de defensa (guerra de guerrillas o regionalización del conflicto).

sábado, 8 de diciembre de 2018

LAS PISTAS DEL DECRETO Y LA LEY


LAS “CLAVES” SOBRE LA GUERRA DEL BEAGLE

Para comprender lo que ocurrió en aquel verano de 1978 se debe tener en claro el concepto de la palabra guerra y dar un vistazo a la normativa específica de la época y a los manuales militares sobre la llamada guerra de maniobras.






 El teniente general (r.) Balza en el foro sobre el Beagle 
desarrollado en el Congreso de la Nación.


El pasado 5 de diciembre se realizó en dependencias del Congreso de la Nación un foro sobre el Beagle, encuentro al que fui invitado pero lamentablemente no pude asistir. Me llamó la atención la presencia del teniente general (r.) Martín Balza, quien destacado en su accionar en Malvinas no podemos decir lo mismo respecto de los acontecimientos de 1978.
Balza ha manifestado ante la prensa chilena su desacuerdo con aquella movilización, el estado lamentable de las fuerzas armadas argentinas en aquel entonces y la seguridad de que la guerra hubiese sido ganada por el país trasandino. Hay testimonio de ello en Youtube registrado por la televisión chilena. No nos detendremos en esto, dado que en el libro“Hubo penas y olvidos” –entendemos- están los argumentos técnicos y testimoniales que refutan tal postura. Pero no podemos dejar de sorprendernos ante el hecho de que, en vísperas de un año electoral, el militar retirado reaparezca en escena “apoyando” ahora la causa. Cuidado.
Y la advertencia se funda en que en dos años electorales durante el gobierno del kirchnerismo se presentaron una docena de proyectos de ley, muchos de los cuales siquiera fueron ingresados para su tratamiento en comisiones (paso obligado antes de ser ingresados al orden día en las sesiones)
Lo que sí destaco es lo que me han comentado algunos asistentes a dicho encuentro respecto de que Balza les indicó que la clave de todo está en el “decreto ley 2348/78”. Verdad a medias que amerita una adecuada aclaración:
01.- No es un decreto-ley, dado que no intervino la C.A.L. en su redacción (Comisión Asesora Legislativa, que reemplazó la función del Congreso de la Nación durante el gobierno militar de 1976 a 1983).
Se trata de un decreto, firmado por José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de economía y por el teniente general Jorge Videla en su doble rol de presidente de la nación y comandante supremo de las fuerzas armadas.
Ese decreto fue el que dispuso la –hasta ahora- movilización militar más grande de la historia argentina y del continente.
Sugerimos al respecto ver el artículo subido en este blog bajo el título “Dónde se originó y cómo se instrumentó” publicado en julio de este año.
02.- Pero mientras aquel decreto es la prueba de la existencia del masivo desplazamiento de tropas que nos tocó protagonizar, como la otra cara de una misma moneda, se debe tener en cuenta el artículo 33 de la ley 16.970/66 (Ley de Defensa Nacional) que disponía que solo en caso de guerra se podían crear teatros de operaciones:

Artículo 33: En caso de guerra el Presidente de la Nación podrá declarar Teatro de Operaciones a parte del territorio nacional.
Artículo 49: La movilización es el conjunto de medidas y procedimientos por los cuales se adecua parcial o totalmente el potencial Nacional para satisfacer las exigencias de la Seguridad Nacional.

Así, el Decreto 2348/78 y la ley 16.979/66 son el marco normativo y el fundamento más acabado de que existió una guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes.
Por lo demás, “guerra” no es sinónimo de disparos de armas de fuego, prisioneros, heridos y muertos. “Guerra” es un estado, contrario al de paz. Así se define a la guerra como “estado contrario al de paz”, y viceversa. Es como la relación conceptual entre salud y enfermedad. Salud es un estado contrario al de enfermedad.
Y a lo contenido en las normas antes citadas se deben agregar los conceptos de los manuales militares de le época respecto de la llamada guerra de maniobras con sus cuatro etapas: 1) Movilización de los medios requeridos, 2) Concentración de los medios, 3) Desplazamiento hacia el lugar elegido, y 4) Articulación para la batalla.
En 1978 tras dictarse el Decreto 2.348 (movilización) y aplicado lo dispuesto por la ley 16.977 (teatros de operaciones), se dio cumplimiento a aquellos 4 estadios finales conforme al ORBAT (Orden de Batalla) y el Rol de Combate asignado a cada brigada, regimiento, batallón, compañía y sección quedando involucradas las tres fuerzas.
Se puede completar este cuadro de afirmaciones con lo siguiente.
Por el artículo 33 de la ley 16.977 se crearon solo dos teatros de operaciones:
01.- Teatros de Operaciones Nor Oeste (TONO): Comandante General Luciano B. Menéndez.
02.- Teatro de Operaciones Sur (TOS): Comandante General José Antonio Vaquero.
La acción principal se iba a desarrollar en jurisdicción del T.O.S. (en el continente) y por eso allí concentraron las unidades con mayor poder de fuego, incluyendo a la Infantería de Marina que dejó de depender de la Armada y pasó a hacerlo del Ejército. Hay que destacar también que, contrariamente a lo que se pueda sostener, no hubiera sido esta una guerra aero-naval. Las acciones principales, y la definición de la suerte del conflicto, serían en la parte continental (siquiera en las islas comprometidas que ya estaban fortificadas y minadas por los chilenos desde meses antes al decreto 2.348).
Por su parte las tropas movilizadas hacia la frontera Este (Brasil) lo hicieron como Batallones de Protección (conformado en su mayoría por reservistas en todas sus jerarquías) y en esa zona no se creó un teatro de operaciones por una cuestión táctica: de hacerlo, hubiese implicado una declaración de guerra no formal a la República Federativa del Brasil y una regionalización del conflicto que era lo que buscaba Chile (con la entrada en la guerra de Brasil y Ecuador por un lado y Bolivia, Perú y Colombia por otro)
Por todo lo aquí expuesto, se puede afirmar entonces que las “claves” para entender qué fue lo que en verdad ocurrió en aquel 1978 están en el decreto 2348, en la ley 16.977 y en los manuales militares sobre guerra de maniobras. Nada de esto contemplaron los proyectos de ley que fueron presentados y sucesivamente perdieron estado parlamentario.