sábado, 29 de septiembre de 2018

TRISTE Y SOLITARIO FINAL


¿DÓNDE ESTÁ EL TANGO 01 DE 1978?

 Poco se sabe de las historias de la movilización más grande registrada en la República Argentina, mucho menos de la suerte corrida por algunos destacados vehículos que contribuyeron a concretar aquel desplazamiento de tropas y equipos.



     El TC-91 (ex Tango 01) aún en su época de esplendor. Transportó a
     miles de soldados hacia el Teatro de Operaciones Sur (T.O.S.) en diciembre de 1978.


Las fuerzas armadas chilenas habían comenzado, en forma cautelosa, el desplazamiento mucho antes que sus pares argentinos previendo lo que sería el desenlace del rechazo al laudo de la corona británica sobre el canal del Beagle concretado en enero de 1977.
Para julio de 1978 las unidades principales del ejército y la infantería de marina de Chile ya estaban casi todas en sus respectivos acantonamientos. Argentina demoró un poco más en poner en marcha su aparato de guerra y recién a mediados de octubre de ese año hace lo propio.
La demora debió suplirse con velocidad una vez impartida la orden. Y desplazar 250.000 efectivos con todo su equipamiento no resultó tarea sencilla. Las unidades que estaban más próximas a sus destinos dentro del Orden de Batalla se desplazaron por tierra en sus propios vehículos (camiones Mercedes Benz y Unimog, jeeps IKA, ómnibus Mercedes Benz 1114 y camionetas Ford F-100). Los que requerían una distancia media lo hicieron a través de la amplia red ferroviaria de aquella época.
Pero muchas unidades, lo cual implicaba miles y miles de tropas y toneladas de equipamiento no tuvieron aquella suerte. Para ellos se diagramó y puso en práctica un complejo, pero efectivo, sistema de desplazamiento combinado. Este diagrama estuvo principalmente destinado para las unidades del I y II cuerpo de Ejército.
Vehículos, municiones, armamento y demás elementos complementarios fueron despachados a través de la flota de ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentina) cuyos buques zarpaban sin solución de continuidad desde los puertos de Santa Fe, Corrientes, Paraná, Buenos Aires, Bahía Blanca. A bordo, a las citadas cargas se sumaban –y a modo de resguardo- secciones compuestas por efectivos de las unidades a la que pertenecía la misma.
Para el resto de los elementos de esas unidades se dispusieron aviones de transporte de tropa y carga pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina que decolaban desde los aeropuertos de Paraná, Fisherton, El Palomar y Comodoro Rivadavia. Y desde allí se iniciaba una suerte de posta. En muchos casos los vuelos solían hacerse con escalas y cambio de aeronaves y al final del camino –o próximo al destino inmediato- las tropas se reencontrarían con sus vehículos y armamento para continuar el desplazamiento por tierra (por lo general sus buques dejaban sus cargas en Puerto San Julián –o ya en Tierra del Fuego- y retornaban de inmediato al puerto de partida por más equipamiento)
Para aquellos tramos aéreos se requerían aeronaves que permitieran el transporte de la mayor cantidad de efectivos por viaje. Y entre las destinadas a tal fin estuvo el llamado “Tango 01”, que en verdad, para entonces ya era “TC-91”.
Recuerdo que entre los involuntarios pasajeros se comentaba “es el avión presidencial”. Lo cual resultó una verdad a medias.
Es que investigando con el transcurso del tiempo pudimos determinar que aquella aeronave era un Boeing 707-320C, fabricado en 1974. Se trataba de un avión “intercontinental”, como se decía entonces, que había adquirido el presidente Juan Domingo Perón pero que nunca llegó a ocupar.
La aeronave llegó al país en junio de 1975 cuando Isabel Martínez ya lo sucedía al general Perón por su fallecimiento. La Argentina estaba sumida en una profunda crisis económica, social y política lo cual también fue un insalvable obstáculo para que la máquina sea utilizada para los fines que había sido comprada: llevar al presidente y su comitiva a distintos y lejanos países para insertarnos en el concierto de naciones.
Si bien el 707-320C había sido concebido por el fabricante como un avión esencialmente comercial, en Estados Unidos habían comenzado a darle también un uso militar denominándolo C-18. Y por esto cuando el gobierno argentino lo encarga lo hace preparar para transporte de pasajeros y carga, dotándoselo de un tren de aterrizaje propio de los aviones cargueros. Adentro, el confort de butacas y paneles propios para las personas a transportar en forma cómoda y segura.
Ante la citada crisis nacional y dado que la máquina permanecía varada en la Base Aérea de El Palomar sin uso alguno, la presidente de la nación anunció que sería destinada a la flota de Aerolíneas Argentinas. La promesa no se concretó y tuvo lugar una protesta pública de APLA (Asociación Pilotos de Líneas Aéreas) que a través de solicitadas en los principales medios de comunicación gráficos reclamaba su cumplimiento.
Las solicitadas dan cuenta que se había pagado por la aeronave u$s 15.000.000,00 (unos 100.000 millones de pesos de la época) y el T-01 permanecía casi en estado de abandono en las pistas secundarias de El Palomar, mientras que Aerolíneas Argentinas debía alquilar aviones y cancelar vuelos por la falta de unidades. Pese a ello el traspaso tampoco se concretó. El final de la democracia estaba cerca y la cúpula de la aviación militar tenía otros planes para la aeronave.
Consumado el golpe de marzo de 1976 la máquina pasó formalmente a la órbita de la Fuerza Aérea y en 1977 fue enviada a la sede del fabricante en Estados Unidos para hacerle colocar una rampa posterior que mejorara las tareas de carga y descarga.
Regresado al país, se le cambió la nomenclatura de T-01 por la de TC-91 y en 1978 fue destinado a apurar el transporte de tropas hacia el Sur y Oeste del país, junto a otros dos Fokker F-28.
Para permitir la admisión de la mayor cantidad de soldados se le dio la denominada “configuración Vietnam”. Es decir, se le retiraron todas las butacas, rieles de base y paneles divisorios interiores. Con ese espacio liberado los soldados se ubicaban sentados en el suelo, prácticamente encajados unos contra otros, sentados sobre el piso con las piernas abiertas para permitir que se “ensamble” un compañero y el fusil iba con la culata también afirmada en el piso. Entre octubre de 1978 y febrero de 1979 las 4 turbinas a reacción del Boeing trabajaron a full llevando primero, y regresando luego, personal militar.


              El TC-91, olvidado y abandonado, poco antes de ser rematado como chatarra.
                               

El TC-91 (otrora T-01) prestó servicios hasta 1992, año en el que fue reemplazado por un Boeing 707-200 (el cual operó hasta su baja en el año 2016). Y así, al igual que el portaaviones ARA 25 de Mayo pasó al olvido prontamente.
En noviembre de 2017 el viejo TC-91, desprogramado y con varias piezas faltantes que lo tornaron no apto para ser volado, habría sido subastado por el Banco Ciudad siendo adquirido en $ 240.000 aproximadamente con destino a desguace para repuestos por una empresa norteamericana.