miércoles, 4 de enero de 2017

AQUEL MONTE MISIONERO DEL 78



UNA PATRULLA EN LA LINEA DE FUEGO

Continuando con el extenso anecdotario que dejó la historia olvidada un subteniente de reserva realiza su aporte sobre los días de su convocatoria al servicio activo.





Egresado del Liceo Militar “General Manuel Belgrano” como bachiller y subteniente de reserva fue incorporado al servicio activo cuando ya había comenzado casi dos meses antes la mayor movilización militar que conoció nuestro país.
En los primeros días de diciembre del 78 el ex cadete Miguel Márquez fue convocado y en el Distrito Militar Santa Fe recibió su uniforme mimetizado que incluía una jineta con la estrella plateada de Subteniente y demás equipo complementario. Así equipado fue destinado a una unidad en el monte misionero.
Aún recuerda la saturación gastronómica de bife de cebú con puré de mandioca, el acondicionamiento de emergencia que se hizo de un viejo y abandonado destacamento de Gendarmería Nacional en proximidades de San Javier y las diarias caminatas de casi 20 kms hasta Itacarué donde habían emplazado una suerte de terreno para entrenamiento de la improvisada tropa.
 Cuenta el subteniente que estaban al mando del entonces capitán Aldo Rico y que en una de las tantas prácticas ordenadas sobre el terreno de Itacarué una sección quedó realizando prácticas de tiro en el improvisado polígono mientras que otra, que quedó a su mando, inició un patrullaje por la selva espesa y cerrada.
Iniciada la marcha a puro machetazo a la casi pérdida de la noción del tiempo se le sumó la pérdida en la orientación. De pronto comenzaron a escuchar silbidos entre el follaje que prontamente advirtieron como disparos que resultaron ser los de la propia tropa y que por milagro ninguno resultó herido.
Lo que había ocurrido es que por ese inexplicable capricho de la conducta humana la patrulla había caminado en círculo hasta ubicarse detrás del sector indicado como línea de fuego del polígono.

Coincidencias

 En otro orden de cosas, el subteniente recuerda que dada las características del armamento que poseían y ante la imposibilidad de frenar un avance de las tropas brasileras se había dispuesto como estrategia eventual pasar a una guerra de guerrillas.
Una situación que no resulta descabellada si prestamos atención a que entre los planes trazados al otro lado de la cordillera se encontraba, precisamente, iniciar una guerra de guerrillas en el extremo sur de la provincia de Santa Cruz y aún en el propio suelo chileno. “Más al Sur, a la altura de Villa la Angostura y el entonces paso Puyehue (hoy, Cardenal Samoré) en la ciudad de Osorno se formaron los “Huasos de Bueras”, algo así como “los gauchos de Bueras”. Este grupo de civiles voluntarios era entrenado militarmente los sábados con la idea de enviarlos a la línea de batalla fundamentalmente para realizar una guerra de guerrillas o desgastes sobre las tropas argentinas. Esa zona era defendida por el Regimiento de Ingenieros 4 “Arauco”. (Fragmento del libro “Hubo Penas y Olvidos”)
Cabe destacar que José Santiago Bueras y Avarias es un prócer chileno que participó en la guerra de independencia e incluso escapó hacia Mendoza donde se puso a las órdenes de San Martín quien lo envió clandestinamente a su país para organizar una guerrilla en la región de Aconcagua.

sábado, 24 de diciembre de 2016

CUESTION DE HONOR


¡A LOS BAÑOS CARRERA MARCH!

Aspectos de la vida (y biología) cotidiana siguen su curso aún en situación de conflicto. Y la cuestión “ida al baño” se convirtió en todo un tema a un lado y otro de la extensa frontera argentino-chilena.






A la semana de haber sido incorporados al cuartel y en el ya tradicional “postre” de sémola con leche azucarada tuvimos un complemento extra: aceite de ricino. Famoso y temido laxante de la época.
Nunca con tanta ansiedad la tropa esperaba a la mañana siguiente la primera orden de “¡A los baños carrera mmmmuarrr!” (como pronunciaba el subteniente Machuca). Después de ejecutada la orden con placer algunos no pudieron esperar una segunda oportunidad y sobre todo un soldado cuyo nombre guardaremos con respetuoso silencio.
Este buen cristiano apeló al ingenio de la emergencia biológica y puedo asegurarlo que, contra todo pronóstico, lo hizo con éxito. Resultado final tal vez incómodo, pero exitoso en su objetivo primario.
Estaba la compañía ya formada frente a la cuadra presta a marchar a formación en la plaza de armas y junto a la orden de “¡frenteccc, mmmmuarrr!” (otra vez la dicción del subteniente correntino) el citado soldado tampoco pudo desatender la orden biológica que disponía repetir la acción intestinal recién ejecutada.
El grupo de solados comenzó a marchar bajo el repiqueteo del jefe de sección “un, dos, un dos, izquierd…, derech…”. El recluta se bajó el pantalón de combate, adoptó una posición parcial de cuclillas y avanzando a lo cangrejo (de costado) -para no ser superado por la columna que le seguía- fue defecando, también, al “un, dos, un dos,…”.
Particular anécdota al margen la “ida al baño” era todo un tema, y más en campaña.
Durante la movilización y en el vivac constituido en la Sociedad Rural de Río Gallegos “Con una retroexcavadora cavaron un pozo profundo en el patio de la rural y con una grúa colocaron una gran casilla de madera con techo a dos aguas. Su interior era una sola habitación de cinco por cinco metros aproximadamente y en los dos laterales le habían efectuado cortes cuadrados de 0,30 ctms por lado sobre los listones de madera del piso. Allí quedó improvisada la letrina y los soldados para utilizarla debían colocarse en cuclillas sobre aquellas perforaciones apoyando sus espaldas sobre la pared con el debido cuidado que ninguna pertenencia se le fuera a la “deshonra” porque sería imposible recuperarla” (fragmento del libro “Hubo penas y olvidos”).
Pero en las posiciones más avanzadas la cuestión no resultaba menor y las tropas propias y trasandinas debían resolverla del mejor modo posible. Un oficial chileno cuenta:“Estuve en un hoyo de 1,5 metro de profundidad de 3 metros de fondo y 6 de frente, tapado por paños de carpa que se pasaban todos con la lluvia y ramas para el mimetismo, caminando sobre el barro y durmiendo en camarotes de ramas hechizos, el baño estaba en un rincón del forado de 1 metro cuadrado de superficie y dos de profundidad, cuando se llenaba se prendía paja con cal para que se disolviera. No faltó el día de mucha lluvia que salían a flote los sobrantes” (fragmento del libro “Hubo penas y olvidos”).
También registramos casos de soluciones prácticas e individuales como la del soldado, incorporado al Grupo de Artillería de Defensa Antiaérea (G.A.D.A. 121) que decidió darle “cristiana sepultura” a sus desechos.
“Teníamos el vivac no muy lejos del casco de una estancia de Guer Aike y mas retirado había un cementerio británico medio abandonado” introduce el artillero para luego explicar que respondía al llamado material de la naturaleza acudiendo al mismo para defecar sentado sobre alguna de las lápidas mohosas que en reducido número conformaban el lugar.





RECUPERANDO LA HISTORIA
RECORDARON EL 38º ANIVERSARIO DE LA GUERRA DEL BEAGLE, ISLAS E ISLOTES ADYACENTES

El acto tuvo lugar en la ciudad de Bragado, provincia de Buenos Aires y contó con el auspicio de las autoridades municipales y el diputado nacional Pablo Torello (Cambiemos).


El pasado 22 de diciembre y organizado por la Asociación de Veteranos del Beagle de Bragado se realizó un acto recordatorio del 38 aniversario de la guerra ocurrida a fines de 1978 y que no figura en la historia oficial argentina.
Por las inclemencias del tiempo la programación se vio alterada pero no por ello suprimida y así la comunidad pudo rendir tributo a los soldados, suboficiales y oficiales que participaron en un hecho bélico que contempló la mayor movilización de tropas que se haya registrado desde la creación del país hasta el presente.
En dependencias del complejo cultura Constantino, ubicado frente a la plaza principal de la urbe, y tras entonarse las estrofas del himno nacional, el presidente de la entidad convocante Mario Bidegain hizo uso de la palabra.
Bidegain leyó la nómina de personas y entidades que no pudieron estar presentes por la fuerte tormenta que se abatía en la zona desde hora temprana pero que deseaban manifestar su adhesión y reconocimiento.
Seguidamente el exponente destacó la importancia de la fecha seleccionada para la ceremonia dado que el 22 de diciembre es recordado por sus protagonistas como el “día D” y con lo cual se marcaba el inicio de las hostilidades y el comienzo de la invasión hacia el vecino país con la finalidad de recuperar la soberanía sobre las islas Lenox, Picton, Nueva e islotes complementarios.
Se guardó un minuto de silencio por los movilizados que perdieron la vida durante aquellos acontecimientos y por los que murieron en la espera de alguna reivindicación histórica.

Hubo penas y olvidos

A posteriori los presentes se trasladaron al microcine del complejo oportunidad en la que el Dr. Ricardo Veglia, veterano del Beagle, formalizó la presentación de su libro “Hubo penas y olvidos – La guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes”.
Esta segunda parte de los actos recordatorios fue abierta por Daniel Miniello, también veterano del Beagle y representante de la Mutual de Rosario que nuclea a quienes intervinieron en aquellos acontecimientos.
Miniello destacó la importancia del servicio militar obligatorio y el significado que tuvo en sus vidas para los entonces jóvenes que se incorporaban a las filas de las fuerzas armadas.
Seguidamente hizo uso de la palabra el Coronel (r.) Manuel Bianco quien realizó el rol del soldado argentino en el Operativo Independencia (1975), Operativo Soberanía (1978) y en la contienda de Malvinas (1982) como así también en la lucha contra la subversión.
Bianco destacó también la importancia del libro “Hubo penas y olvidos” a través del cual un protagonista de aquellos hechos –su autor- se convierte en historiador.
Al término de su alocución el Coronel (r.) Bianco hizo entrega a Ricardo Veglia de una medalla como reconocimiento de la Mutual de veteranos del Beagle a su participación en los acontecimientos y por el aporte efectuado con su trabajo de investigación reflejado en el libro.
A su turno Veglia y tras agradecer la invitación, distinción y aclarar que su trabajo no constituye una verdad sino un intento de aproximación a ella, hizo un repaso de su experiencia en aquel verano de 1978 con algunos pasajes de su vida en el servicio militar obligatorio para vincular todo con el aspecto diplomático y militar de la relación mantenida entre nuestro país y Chile.
El disertante explicó los pasos previos que implican una preparación bélica siguiendo los mandatos de los manuales militares de la época como así también la legislación nacional e internacional imperante en esos tiempos.
Veglia fue categórico al afirmar que si bien una movilización militar se puede realizar en tiempo de paz o de guerra, la creación de teatros de operaciones solo se concreta en situación de guerra con lo cual se tiene la primera afirmación sobre lo que ocurrió en diciembre de 1978.
Mas adelante el expositor referenció la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso Geréz, dictada en el año 2010 y aplicable conceptualmente al Beagle, y en la cual se señala claramente el concepto de combatiente como aquella que actúa en una zona de riesgo de combate.

Placas y camaradería

Al término de la disertación los asistentes se trasladaron hacia la plaza 25 de Mayo donde fueron descubiertas dos placas recordatorias y se colocó una ofrenda floral.
Concretada la agenda oficial la entidad convocante ofreció un tradicional asado de camaradería en las instalaciones del Sindicato Municipal de Bragado.
En dicha oportunidad el Bidegain hizo entrega a varios de los presentes de certificados de reconocimiento por sus aportes a la causa del Beagle.




lunes, 28 de noviembre de 2016



ACTO OFICIAL
CONMEMORARÁN EL DÍA DEL VETERANO DE GUERRA DEL BEAGLE


La ceremonia tendrá lugar en la ciudad de Bragado, provincia de Buenos Aires, y cuenta con el auspicio de la Municipalidad local y un diputado nacional..






El próximo 22 de diciembre tendrá lugar en la ciudad de Bragado una ceremonia conmemorativa de la guerra ocurrida a fines de 1978 en defensa de la soberanía del canal del Beagle.
La misma es organizada por la Asociación de Veteranos del Beagle de dicha ciudad y cuenta con el auspicio del municipio a través de su intendente Héctor Vicente Gatica, el secretario de Relaciones Institucionales, Deportes y Prensa, Alexis Camús y la directora de Cultura Malena Católica, como así también el diputado nacional Pablo Torello y la Asociación Mutual de Ex Conscriptos del Canal del Beagle de la ciudad de Rosario.
A las 19:00 hs se descubrirá una placa conmemorativa en la plaza 25 de Mayo y a las 19:30 tendrá lugar la presentación del libro “Hubo penas y olvidos – La guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes” del Dr. Ricardo Veglia que fuera declarado de interés por la Legislatura de la provincia de Santa Fe.
Tal presentación tendrá lugar en el teatro Constantino de dicha ciudad y en su oportunidad disertarán el autor de libro, el coronel (r.) Manuel Juan Bianco y Daniel Miniello, todos participantes de aquellos acontecimientos.
Es de destacar que “Hubo penas y olvidos” es –como manifiesta su autor- una obra que puede dividirse en dos partes. En los dos primeros capítulos el lector encuentra una ambientación general de la época en lo social, económico y político, como así también un compendio de anécdotas de soldados, suboficiales y oficiales tanto argentinos como chilenos. En los restantes dos capítulos el autor realiza un análisis técnico desde lo legal, jurídico y militar, para demostrar que lo ocurrido fue una guerra con el vecino país que las decisiones políticas se encargaron de borrar de la historia nacional.

domingo, 6 de diciembre de 2015

NO TODO BICHO QUE CAMINA VA A PARAR AL ASADOR







Entre las anécdotas “gastronómicas” que dejó la guerra por el canal del Beagle, islas e islotes adyacentes, se destaca aquella que da por tierra con un viejo adagio parrillero y que aquí queremos compartir con los lectores.

El grupo comando avanzaba a toda velocidad en su Chevrolet doble cabina por lo que parecía un interminable camino de paisaje llamativo pero monótono. Detrás iba quedando una extensa nube terrosa y el pedregullo golpeando la base del vehículo era la única melodía que servía para mantener despiertos al oficial, dos suboficiales y dos soldados que participaban de la misión: relevar la zona a muy pocos metros de la frontera en el último recodo de la Argentina continental.
La patrulla había comenzado su faena al amanecer y allí el sol despunta muy pero muy temprano.
A media mañana aquella monotonía visual se vio quebrada por la presencia de unos ñandúes picoteando el suelo a lo lejos.
- “Sargento primero, ¡pare, pare!”. Espetó el teniente primero al conductor con marcado entusiasmo. La nube de polvo alcanzó entonces al vehículo y lo envolvió.
Mientras el chofer permaneció en su lugar con el motor en marcha el oficial descendió seguido de los dos soldados y el sargento ayudante que completaba el equipo.
EL teniente primero se adelantó algunos pasos y miraba atentamente hacia aquel grupo de ñandúes que permanecía ajeno a nuestra presencia. “Dame tu fusil…” le ordenó a uno de los soldados quien se lo pasó de inmediato y éste –amante de los animales- cruzó los dedos eyectando pensamientos tales como “que le erre”. Confiaba en la gran distancia existente entre tirador y blanco.
Pero sus deseos no fueron atendidos y el jefe de la patrulla con dos certeros disparos alcanzó a otros tantos grandes ejemplares. Incluso al segundo cuando –junto a los otros adultos y charabones- ya había emprendido su veloz huída tras la poderosa estampida del primer disparo del FAL.
Los animales yacían a unos 200 mts de los comandos argentinos.
- “Traelos”, fue la segunda orden.
El soldado a la carrera se dirigió hasta donde estaba el animal más próximo. Como vio que estaba aún vivo pero con una herida tremenda en su cuerpo no tuvo más remedio que desenfundar su cuchillo de monte y terminar con aquella agonía. Puteaba en silencio y llevó el animal a la rastra descubriendo lo pesado que era. Repitió lo mismo con el otro que sí había muerto atravesado por el proyectil de Fabricaciones Militares.
Los dos ejemplares fueron cargados en la caja de la pick up y el grupo continuó con su misión.
Habiendo regresado al vivac, casualidad o no, lo primero que se escuchó fue un comentario circulante dando cuenta de la sanción impuesta por el teniente coronel jefe de la unidad a un subteniente que –precisamente- el día anterior había matado un ñandú.
- “No digas nada y hacé desaparecer la prueba del delito” fue la nueva orden dada por el teniente primero al soldado del fusil.
- “Dáselos a los cocineros”, agregó.
Y así esa noche al clásico y siempre presente guiso cuartelero se le agregó, en trozos, la carne oscura, muy oscura y dura, pese al largo hervor recibido. Dicen que el soldado, ese día, no retiró su ración.