ALGO MÁS QUE UN REGIMIENTO SIMBÓLICO DE CABALLERÍA
Aunque las autoridades no atienden el reclamo de resarcimiento económico
formulado por los soldados chilenos movilizados, sí tienen un marcado reconocimiento
social e institucional.
Secciones del “Regimiento Simbólico Los
Huasos de Bueras” presentes en todos los desfiles militares. En cada grupo, con
ropa de paisano, solo un hombre lleva uniforme militar.
Fuera del
aspecto diplomático (intervención papal incluida) y en lo que al aspecto
militar concierne, hay que reconocer que Chile nos lleva la delantera respecto
al añorado conocimiento y reconocimiento de lo ocurrido y vivido en el verano
de 1978. Si bien los soldados chilenos que participaron en aquella movilización
continúan –al igual que los argentinos- reclamando un resarcimiento económico
sin éxito alguno (y en eso estamos emparejados) se debe admitir que los
periodistas e historiadores trasandinos se han ocupado –y ocupan- realmente sobre
el tema.
En
materia fílmica pueden verse en Youtube una serie de programas editados por
Televisión Nacional de Chile con un pormenorizado detalle de lo sucedido y
apelando a imágenes de la época lograda por los equipos periodísticos de los
noticieros chilenos de entonces. Por otra parte, el film “Mi mejor enemigo”, si bien es una coproducción
argentino-chileno-española, la iniciativa y rodaje corresponde a Alex Bowen
Carranza, productor televisivo y cineasta nacido en Viña del Mar 11 años antes
que los hechos reflejados.
Respecto
de libros, existe al otro lado de la cordillera un amplio listado:
·
“La
escuadra en acción”, Patricia Arancibia Clavel y Francisco Bulnes Serrano, ed.
Catalonia.
·
“Al
borde de la guerra”, Rafael Mellafe Maturana, ed. Legatum.
·
“Soldados
de una guerra que no fue”, Ricardo Avello Avila, ed. Legatum. (novela
autobiográfica)
·
“La
Paz en 1978 – El pueblo de Chile y su Ejército”, Luis Benjamín Olivares.
(Autoedición)
·
“Esta noche, la guerra…”, Luis
Alfonso Tapia, ed. Grijalbo.
·
“Veteranos de 1978 – Relatos de
los protagonistas”, Arturo Nahuel Rojas, ed. Legatum.
·
“1978 – El año más dramático
del siglo”, Germán Bravo Valdivieso, ed. Altazor.
·
"1978 - el año que
marchamos a la guerra", Guillermo Parvex, ed. B.
·
“Los soldados del mar en
acción. La infantería de marina y la defensa nacional. 1958-1978”, Francisco
Sánchez Urra, ed. Círculo Acton Chile Editores.
En
forma parcial podemos agregar “La historia oculta del régimen militar – Memoria
de una época – 1973/1988” de Manuel Ascanio Cavallo, Manuel Salazar y Oscar
Sepúlveda, ed. Uqbar.
En cuanto a la prensa escrita,
cientos de artículos y suplementos especiales se han dedicado a rememorar los
hechos, especialmente los diarios La Tercera y El Mercurio cuyos informes
pueden ser consultados hoy día en internet.
Pero al margen de ello, Chile
mantiene viva la historia de otro modo y totalmente diferente a la Argentina.
Por ejemplo, ante las versiones de
que argentina movilizaría entre 250 y 500.000 efectivos contando a su reserva,
los chilenos dispusieron también reintegraciones al servicio activo y la
convocatoria de civiles, como el caso de la reincorporación del general
retirado Raúl Contrera Fischer a quien se encomendó armar una milicia con 600
mineros dotados con vehículos y armas propias.
Más al sur, el Regimiento de
Infantería 10 “Pudeto” reclutó jóvenes motociclistas con sus motovehículos a los
cuales dio una rápida instrucción militar quedando conformado el “Escuadrón Motociclistas de Reserva”.
Cada moto tenía una dotación de conductor y artillero, éste último munido de un
lanzacohetes desechable y con la misión de interceptar blindados argentinos en
los desfiladeros cordilleranos para tratar de impactarle en las orugas e inmovilizarlo.
Del resto se encargaría la artillería de campaña.
Con esta experiencia positiva en
cuanto a convocatoria, el alto mando chileno dispuso también hacer lo propio
con baqueanos, arrieros y gente de campo. Nació así el “Regimiento Simbólico de Caballería Los Huasos de Bueras” (un
equivalente a “Los gauchos de Güemes”) por ser grandes conocedores del terreno
por el cual habrían de desplazarse. Hay que tener en cuenta que de los 400
pasos fronterizos existentes, 60 estaban habilitados en aquel 1978.
Cuentan que se reclutaron 7.000
efectivos que fueron diseminados por toda la línea fronteriza.
El regimiento fue fragmentado en
secciones a cuyo frente se colocaba a un suboficial u oficial del arma de
caballería. Cada sección se componía de 10 caballos de montar y 4 de carga. La
paisanada llevaba sus propias armas (pistolas, revólveres o escopetas de caza)
pero hay historiadores que dan cuenta de la entrega de algunos fusiles IMBEL M964 FAL (otra denominación,
pero se trata de los apreciados Fusiles Automáticos Livianos) para cuyo uso
eran entrenados los sábados por la mañana.
Como anécdota cuentan los
historiadores que a este regimiento se sumó de inmediato Rufino Iturrate,
hombre de la alta sociedad vinculado al polo y cría de caballos para tal
deporte y que durante una formación realizada en la ciudad de Los Ángeles (capital
de la provincia de Biobío, ubicada a 510 km de Santiago) se cruzó con el
Capitán General Pinochet Ugarte quien lo reconoció de inmediato y se dio este más
que breve pero significativo diálogo:
Pinochet Ugarte - ¡¿Dónde nos encontraremos nuevamente señor
Iturrate?!
Iturrate - ¡En el obelisco mi general!
Desde hace mucho tiempo, y a más
de 40 años de los hechos que les dieron nacimiento, el “Escuadrón Motociclista de Reserva” y el “Regimiento Simbólico de Caballería Los Huasos de Bueras” forman
parte de los desfiles militares del ejército chileno. Y estos últimos no lo
hacen como agrupación tradicionalista o gauchesca sino como unidad participante
de la movilización de 1978.
Es por esto que en cada parada
militar en que el regimiento simbólico desfila puede verse cada sección
compuesta por jinetes en ropa de paisano, pero uno de ellos con uniforme
militar. Y la razón de ser de esto solo puede entenderse si se conoce cómo se
estructuró la unidad en aquellos tiempos (y como lo señalamos, en cada sección
un suboficial u oficial de carrera ejercía el mando).